Tengo un Panda Marbella negro que era de mi madre. Lo compró cuando yo terminé el bachillerato porque se acababa de cargar un 127 rojo, no recuerdo por qué método. Buscó para substituirlo el coche más barato del mercado, y se comprende que lo fuera porque parece como de juguete y hasta hace ruiditos extraños.
Mi Panda pierde un poco de aceite, como se podía esperar, pero no es nada grave. Le he cambiado el radiador, una aleta, el tubo de escape, la bomba de la gasolina e incontables manguitos y otras piezas menores. Durante muchos e invernales kilómetros no le funcionaba la calefacción y había que llevar a bordo un cargamento de mantas y guantes y hasta un termo con té, porque el aire frío entra por lugares previstos e imprevistos. Durante meses circulé sin rueda de repuesto porque no tenía un duro para arreglarle el último pinchazo, y Aleph me traía gasolina de la gasolinera en la que trabajaba en botellines de agua camuflados entre su chaleco.
El Pandita es mi amigo. Con él empezamos a trabajar en Cualedro, subimos al Larouco y al castro de San Millao y hasta nos quedamos atascados en el Camino de Santiago, lo cual no pasó de ser un susto. Me ha ayudado a hacer dos mudanzas mías y algunas otras de amigos. Nos lleva a Max y a mí al veterinario y me acompaña a la playa cuando me hace falta un poco de helioterapia o al molino que acabará por ser mi casa y es ya mi refugio cuando me entra la depre más fuerte de lo normal. Nos espera a Ariadna y a mí de noche, mientras ella y yo estamos en cualquier garito bebiendo zumo de naranja y puntuando chicos lindos, y nos acerca a casa si alguno de esos chicos se anima a venir conmigo, y si no también me acerca a casa.
El Panda avisa con un temblor cuando voy a superar el límite de velocidad en autopista, aunque alguna vez ha llegado a 160 en cuesta abajo. No suele ser necesario el aviso, mucho antes hace tanto ruido que no se oye la voz del que va al lado. Una vez quisimos escuchar música durante un viaje, porque Aleph no sabe vivir sin una melodía que lo sostenga, y nos llevamos un radiocassette a pilas, porque el Panda no tiene radio ni nada que se le parezca, como no tiene ni siquiera mechero. Fue inútil el intento, no se oía la música, tapada por el rugir del motor.
El Pandita es mi amigo y yo lo quiero.
Sísifo se hace viejo 
Yo echo de menos a 2 coches que tuve anteriormente… los 2 gays; el primero, un 205 también perdía aceite… el segundo, era un Polo GT (leído: «pol-ojete») xDDD
Ahora que tengo un coche que tiene 11 meses, echo de menos tener un 205 con el que perderme y aparcarlo en cualquier lado… jeje
Un abrazo enorme :)
Yo esque como todavía no he tenido ninguno… Pos nu se que es ese sentimiento tan especial que une al hombre con la máquina jeje, y además esque no soy muy cochero…
Eh! Ya no me acordaba del anuncio! Buenisimo!
Besos
yo de vez en cuando echo de menos a mi fiat uno rojo.. a cuantos sitios me llevo y siempre resistio. hasta 2 robos.
un besazo
cada vez te pareces mas a tu panda, eres genial y por eso te queremos, nos acompañas, nos trasladas a tu vida, nos das la comodidad de la libertad y sobre todo lo que tu seat no te da..mucho calor del bueno. gracias por los post como este. un abrazo para ti y una caricia grande para taxi
Cari, no se pq siempre hay que enfrentar lo pobre con lo descapotable.. Que sepas que al chico del decapotable iba yo allí haciendole un trabajo fino, jajajaa.
Bezos, eres un romantico, cari, anda; pero que difícil debe ser hacer el amor en un SEAT panda!!! (y sin haberlo deseado he hecho un pareado).
Me encantan esos cochecillos tan graciosos! yo siempre he querido un coche pequeñito (cuando digo esto un amigo mío siempre dice que quien quiere un coche grande es pa compensar otras cosillas…jeje!)